martes, 24 de septiembre de 2013

Mis guiones y yo

Cuando terminaba de escribir la primera versión de un nuevo guión de largometraje me di cuenta de que ya llevaba diez de ellos escritos... no... ¡once!
Y solamente dos películas filmadas. ¿Cómo puede ser esto? ¿Es una desproporción?

A sólo título de ordenarme mentalmente voy a compartir con ustedes un repaso uno a uno por estos proyectos. A ver...

El primero.
Fue un logro para mí haberlo terminado, supongo que fue en 1993. Llegar a escribir esas 100 páginas con cierta coherencia fue para mí romper una barrera, porque yo siempre había hecho cortos, y fue demostrarme a mí mismo que podía escribir un largometraje. Cuando lo tuve encuadernado lo miraba y lo acariciaba con cariño.
Era una especie de thriller barrial, pensado para ser filmado todo en subjetiva.
Lo mandé a algún concurso pero íntimamente nunca tuve serias intenciones de filmarlo. No era muy sólida la historia y mis ansias de experimentar con la cámara subjetiva se vieron más que cumplidas con mi corto El paseo de Maltecci, que filmé dos años después.

El segundo.
Empezó como una co-escritura con Mariano de Rosa y terminé de darle forma yo sólo. Se basaba en un hecho periodístico medio bizarro que había ocurrido en nuestra adolescencia en un pueblo cerca de La Plata. Lo bueno fue que hicimos un poco de investigación de campo y eso enriqueció mucho el guión. Lo malo es que nunca volví a hacer una trabajo de investigación así. Muy fiaca o muy orgulloso, no sé.
De todas formas le faltaba definición, era protagonizado por un chico, pero no era para chicos. Había una cosa interesante de insinuar mezcla de géneros, pero qué creen... la historia no era muy sólida. Fue a varios concursos, y su máximo logro fue hacer que un jurado de ópera prima del INCAA me llamara y me dijera que él había votado por mi proyecto pero no había logrado convencer a los demás. Eso fue un lindo gesto.

El tercero.
Fantasma de Buenos Aires. Ya saben, este guión si vio la luz y de alguna manera fue equivalente al primer guión, porque fue romper una barrera, conseguir un logro.
Supongo que será siempre MI película.

El cuarto.
Es una de malevos. Es una película cara y encima de época, muy a contramano de todo lo que se produce en Argentina.
Pero me sigue gustando mucho y, aunque es lo más probable que nunca llegue a realizarse, no lo doy por muerto.

El quinto.
Es de animación. Lógicamente es muy cara y se necesita apoyo de empresas grandes, pero es una aventura para chicos, muy divertida y que decididamente no doy por muerta.
Es más, probé escribir un par de capítulos de esta historia adaptada a la literatura y me gusta como queda, así que tal vez algún día salga por ese lado.

El sexto.
Es una especie de adaptación de Animal Urbano pero quitándole el componente fantástico al personaje. El resultado es raro. Y por supuesto... es cara. No le veo mucho futuro.
En este punto ya empecé a plantearme seriamente que tenía que escribir algo que resultara más barato de producir, o nunca iba a producir nada. El recurso más fácil para abaratar es, por supuesto, que ocurra casi todo en un solo lugar. Y de ahí partí para los siguientes...

El séptimo.
Es una película de terror de encierro. Ocurre todo en una casa. La verdad... no es gran cosa.

El octavo.
Es la misma premisa de encierro que el anterior, pero con otros personajes. Este está mejor y es más original, pero incluye una mezcla de géneros bastante rara.
Me gusta. Digamos que no lo descarto.

El noveno.
La noche del Chihuahua.
De alguna manera tomé en joda los dos guiones anteriores. Me encanta como quedó. Este proyecto, claro, no tenía el problema de ser caro, como otros. En este punto es donde sentí que haber escrito tanto, aunque no se filmara, me dio una práctica invalorable a la hora de ponerme límites claros y restricciones para imaginar una nueva historia, claramente hablo de que ocurriera todo en un sólo lugar con pocos personajes. No habría podido hacerlo sin el respaldo y la experiencia de los guiones anteriores.

El décimo.
Acabo de terminarlo hace un mes y algo.
Me propuse adaptarme a la realidad de la producción argentina y eso entiendo que exige dejar de lado, por ahora, cualquier elemento fantástico.
Así que escribí una comedia. Pero de espías en Argentina.
Así que eso de adaptarme me salió más o menos. El guión me gusta, aunque necesita más trabajo. Veremos qué pasa.

El enécimo.
Lo terminé hace unos días.
Este si que es una comedia Argentina, con pasajes sensibles y personajes realistas. De todas formas estos personajes atraviesan una situación extraordinaria, posible pero altamente improbable.
Así que sigue siendo una película de las mías.
Me gusta mucho. Al terminar de leerlo se me dibuja una sonrisa. O sea que viene bien.
Pero otra vez... es cara. Mucho personaje, mucha locación, mucho exterior.
Pero a este le tengo mucha fe. Será cuestión de dedicarse de una vez a romperle los quinotos a la gente que produce cine en este país.
 Lo bueno es que para hacer eso, a esta altura... ya tengo con qué.

Y así de rápido, señores, se pasan los once guiones... al describirlos me doy cuenta de que prácticamente son una sola cosa, son un devenir, están conectados, uno es consecuencia del otro, por similitud, por oposición o por franca burla.
Tal vez por eso no deban ser once películas, sino que las películas existentes tienen en los otros guiones un respaldo, un sostén, una base.

Como sea, ciertamente, lo importante es hacer.
Y no puedo negar que disfruté el momento de escribir todos y cada uno de ellos.