¿En qué momento uno empieza a ser soberbio?
Digamos, ¿es un acto de soberbia encarar el proyecto
haciendo guión, dirección, fotografía, cámara, producción y montaje?
El tema crucial es que objetivamente estoy capacitado para
hacerlo, es decir que estudié y tuve experiencia en todos esos rubros. Si bien
con el tiempo me dediqué al montaje, antes tuve experiencia profesional como
camarógrafo y también algún corto como director de fotografía. De hecho con
este “sistema” hice cuatro cortometrajes cuando era chico y adolescente. De
alguna manera es algo natural. Mi amigo Mariano De Rosa, director de las
películas Mala época y Aguas Verdes, vino una noche a ayudarme y sinceramente
en algunos momentos tenía poco trabajo, mientras que yo no paraba un momento.
- Eh! Delegá! – me demandaba con sano juicio.
Pero yo brevemente le explicaba que esta filmación era así.
Descubrí que en un ambiente tan controlado es mucho más engorroso guiar a
alguien con palabras para que mueva un farol, que directamente subirme a un
banquito y moverlo yo mismo. Es algo más instintivo. Es como si un pintor
tuviera que poner en palabras la dirección que tiene que tomar un pincel.
La
industria del cine nos llevó a esta división de roles, que básicamente hace que
en una filmación haya poca gente que trabaja al mismo tiempo, y mucha que
espera horas por los cinco minutos en que debe ocuparse de lo suyo. Por
supuesto que el sistema tradicional garantiza una calidad más alta que el
“hagotodoyo” pero también hace que las filmaciones sean complicadas, largas y
caras.
Por supuesto que todo depende de el proyecto. En La Noche
del Chihuahua era imposible tener las doce personas que conformaban los equipos
de dirección, cámara y fotografía en Fantasma de Buenos Aires. Sinceramente no
tendrían lugar físico para estar ni trabajo para hacer. Por otro lado el costo
de hacer todo el trabajo entre una o dos personas es que cada tanto aparece
algún error de continuidad o algún fuera de foco, pero me parece un precio
pequeño a pagar.
Pero volviendo al principio ¿en qué momento uno se vuelve soberbio? Sencillamente cuando quiere hacer lo que no sabe.
En un momento quise hacerme cargo del maquillaje del
Hombre-chihuahua, porque un realizador de FX con quien me había reunido, que
había puesto la mejor onda, veía el proyecto con la lógica del cine industrial,
y por ejemplo, exigía estar presente en el rodaje para supervisar
constantemente el maquillaje. Si bien su postura era perfectamente comprensible
y responsable, no entraba en el sistema de la película. Esto se iba a filmar en
mi casa, y por ejemplo en medio de una toma podían aparecer mis hijos en
pijama. No podía tener a alguien desconocido, buena onda pero desconocido,
sentado en una silla tres horas para retocar dos pelos de un postizo.
Así que quise encargarme yo. Me fui al Once y compré una
peluca, unas orejas de cotillón y unas careta de animales de goma eva,
convencido de que iba a hacer algo simple, piola y copado. En algunos ratos me
dediqué de a poco a eso y fui armando algo que en un momento fue prometedor,
pero que una vez terminado era una porquería. Una cosa era que la película
fuera una comedia, y otra que fuera bizarra de manera no intencionada. Y para
colmo perdí tiempo y se acercaba el día en que el chihuahua tenía que entrar en
acción.
Mi mujer tomó la posta y terminó haciendo algo mejor, pero
que tampoco funcionaba. Claramente estaba siendo negativamente orgulloso y ella
me lo hizo ver.
Así que contacté a otro realizador de FX, en este caso César
Castillo, pero de entrada le expliqué de manera más clara y concreta qué
necesitaba: sólo una prótesis de hocico de perro, más parecido al de un
Schnauzer que al de un chihuahua.
Por supuesto que le preocupó no estar en
rodaje para controlar la adherencia de la prótesis, para la que se usa un
pegamento especial llamado mastix, que tiene un proceso un poco más complejo
que el del cemento de contacto, pero entendió cómo venía la mano y nos explicó
cuidadosamente a mi mujer y a mí cómo usar el pegamento especial.
La prótesis que nos hizo, en apenas tres días de trabajo,
quedó muy bien y nos salvó el rodaje.
Pero nuevamente la lógica del sistema industrial se muestra
como una especie de burocracia que hace todo lento y engorroso, porque no hizo
falta dedicarle un cuarto de hora a pegar la prótesis con mastix, ni dos horas
de maquillaje como me decían antes. El hocico se lo pegamos con cinta adhesiva
doble faz y quedó joya.
A eso le agregamos la peluca con orejas de peluche que hizo
Jesica y listo.
Tiempo de maquillaje del hombre-chihuahua: cinco minutos.
Ahora si. Como en casa.