martes, 12 de junio de 2012

Diario de un film 9: Mucho rodaje más.


 La verdad es que cuesta mucho seguir el ritmo del rodaje en un blog. Uno tiene diez millones de cosas que hacer antes que ponerse a escribir cómo estuvo la filmación.
Pero quiero seguir con esto, así que ahora me estoy poniendo a hacerlo.
A pesar de filmar a un ritmo de dos días por semana y con muchas jornadas de apenas cuatro horas, ya tenemos algo más de un tercio de la película en sólo seis días de rodaje.
Lo primero que llama la atención es el poco equipamiento que hace falta hoy para hacer una película. Una cámara de fotos, un buen micrófono y un grabador digital de audio. Con eso ya se puede filmar. Si uno quiere algo más complicado tiene que ir sumando cosas, claro, pero con eso ya se puede.

En los primeros días me ayudaron mi sobrino Joaquín en sonido y su novia Romina, ayudando a la siempre presente maquilladora, vestuarista y cocinera Jesica, mi mujer. Un filmación con comida casera pone a todos de un ánimo excepcional. También estuvo esos días Lucas Turturro como “asistente todoterreno” o sea que hacía la tareas de asistente de dirección, gaffer y foquista. Por supuesto un tipo como Lucas (director él mismo del documental Un rey para la Patagonia) puede cubrir todos esos puestos a la perfección.
 La primera jornada fue diurna, ya que yo quiero filmar lo más posible en orden de guión y la acción empieza de día, con la llegada del personaje de Benjamín a su nuevo departamento. Filmamos un par de situaciones en la puerta de entrada del edificio donde vivo y a pesar de que el equipo es más que discreto y de que era un día feriado, empezó a armarse un cierto revuelo. Gente que entraba y se encontraba cara a cara con la filmación y con Benjamín Rojas en la puerta de su casa. En cierto momento bajó una vecina del ascensor y lo encaró directamente a Benjamín, diciéndole:
- Mi hija dice que acá están filmando con Mariano Martínez ¿Está por acá?
Benja, tras unos instantes de incredulidad, le dijo que Talo Silveyra era Martínez, pero que había quedado así tras sufrir un accidente. La vecina se fue algo molesta de ser tomada para la chacota, convencida de que su hija se había equivocado y sin reconocer a Benjamín.
Ese mismo día fue mi propio debut cinematográfico como actor. Así es. A pedido del público (?) encaré un complejísimo personaje con un atormentado y tempestuoso pasado en una composición arriesgada y profunda. Un agente inmobiliario que aparece menos de un minuto. Estuvo divertido. De eso se trata este proyecto al fin y al cabo.
Después de eso vinieron varias jornadas nocturnas con sus propios problemas, pero bueno, hasta acá llega esta entrada en el diario (o semanario) de rodaje de La Noche del Chihuahua.

lunes, 4 de junio de 2012

Diario de un film 8: rodaje

Como la campaña de financiamiento colectivo viene muy bien, ya empecé al filmar algunas partes de la película. En todo el largometraje hay una sola escena donde no está presente el personaje de Benjamín Rojas y justamente esa es la que elegí para comenzar. Los actores no fueron la razón, claro, sino la escenografía. Casi toda la acción transcurre en el living de mi casa, que en la ficción es un departamento que el joven protagonista acaba de alquilar y por lo tanto está totalmente despojado de muebles y objetos. Pero esta escena en particular ocurre en el mismo lugar, pero con un amoblamiento propio de una familia que vive allí hace un tiempo. Entonces o la filmaba antes de sacar todos los muebles y amontonarlos en el cuartito del fondo, o la filmaba al final de todo, cuando las bibliotecas, sillones y mesas volvieran a su lugar. Así que fue primero. En la escena ocurre un encuentro entre el personaje de Talo Silveyra y su madre, así que quién mejor para interpretar ese papel que su verdadera madre, Graciela Stefani. La verdad es que fue un placer trabajar con ellos dos. Fue una jornada de filmación muy tranquila y amena, en el set hubo apenas cuatro personas en total: los dos actores, mi mujer que hizo sonido y yo. Eso si que es el equipo más chico posible. Y como la escena no era demasiado larga la terminamos en apenas cuatro horas, cosa que fue algo precioso. “La felicidad es una filmación de cuatro horas” podríamos decir. Por lo menos en el inicio del proyecto creo que mi objetivo se cumplió ampliamente. Me sentí como cuando a los 11 años hacía cortos con mis hermanos actuando y mi mamá de camarógrafa. Justamente como dice mi mujer, esta es una película lúdica. Un juego. Y empieza divertido.